Aguilera, Maria Mercedes
Maria Mercedes “Mercy” Aguilera (1936-2013)
Written by Catherine Babikian
Mercy Aguilera was born and raised in Davenport's Cook's Point barrio. Her mother, Manuela Sanchez Mendez García, was born in Brownsville, Texas; her father, Jesús "Joe" Mendez García, was from Santa Cruz el Grande in Jalisco, Mexico. They married in Texas and lived in Illinois and New York before settling in Iowa, where they raised fourteen children. “They just wanted us to grow up to be good people and work,” Mercy said of her parents. “That’s what was instilled in us. To be good people and go to church and get a job and take care of yourself and your family.”
Like many children living at Cook's Point, where there was no running water, one of her chores was carrying water from the outside pump:
After leaving school in ninth grade, Mercy headed to Chicago, where some of her older sisters lived and worked. “At that time, you could have any job you wanted [in Chicago],” Mercy remembered. “Name your price. I remember one time I was making fifteen dollars an hour because no one else wanted to do the job.” Her sisters helped her get a job as a cable lacer at the Rock-Ola Jukebox factory and encouraged her to open a savings account at a credit union. When Mercy had her first child in 1957, her sisters took turns babysitting so that she could continue working.
Mercy married Peter Aguilera in 1960 and the couple returned to Iowa when Pete secured employment with the at International Harvester plant. But Mercy found her own employment options much more limited in the Quad Cities than had been the case in Chicago. Despite her years of experience, many factories dismissed her applications. When she applied to work at International Harvester’s Farmall tractor plant, they refused her application on the basis that they believed Mexican women were too short to work on the assembly line.
The man at the front desk [of the factory] didn’t think I could get hired because I was too short. I said, “Okay. Thank you for your time. I’ll see you tomorrow.” And he said, “Oh, I don’t think Mr. King [the man in charge of hiring] will be here tomorrow, he’s so busy.” So I says, “Well, let him do his business in the office, but I will be here. I will wait for him. I have all the patience in the world and I have nothing at home right now, so I will come.” I went about nine o’clock in the morning. I’d eat my breakfast and I’d go and sit in there ‘bout til eleven o’clock and then I’d have lunch and I’d go back [and wait]. I was there about one week and he said, “Why don’t you try next week?” And I said, “No, I’ll be here tomorrow. Same time, same station.”
Mercy Aguilera's persistence paid off when she became one of the first Latinas to work at the Farmall plant.
Maria Mercedes “Mercy” Aguilera (1936-2013)
Por Catherine Babikian
Mercy Aguilera nació y se crio en el barrio Cook’s Point de Davenport. Su madre, Manuela Sánchez Méndez García, nació en Brownsville, Texas, y su padre, Jesús “Joe” Méndez García, era de Santa Cruz el Grande, en Jalisco, México. Se casaron en Texas y vivieron en Illinois y Nueva York antes de instalarse en Iowa, donde criaron a sus catorce hijos. “Ellos solo querían que creciéramos para ser buena gente y trabajar”, explicó Mercy sobre sus padres. “Eso fue lo que nos inculcaron a nosotros. Ser buena gente e ir a la iglesia y conseguir un trabajo y cuidarse de uno mismo y de la familia”.
Como muchos niños que vivían en Cook’s Point, donde no había agua corriente, uno de sus quehaceres era ir a buscar agua de una bomba de agua en el exterior.
Después de dejar la escuela en el noveno grado, Mercy se mudó a Chicago, donde vivían y trabajaban algunas de sus hermanas mayores. “En aquel entonces, podías tener cualquier trabajo que quisieras [en Chicago]”, recordó Mercy. “Dime cuánto quieres [ganar]. Recuerdo que en algún momento ganaba 15 dólares por hora, porque nadie más quería hacer el trabajo”. Sus hermanas la ayudaron a conseguir un trabajo como tejedora de cables en la fábrica Rock-Ola Jukebox y la animaron a abrir una cuenta de ahorros en una cooperativa de crédito. Cuando Mercy tuvo su primer hijo en 1957, sus hermanas se turnaban como niñeras para que ella pudiera continuar trabajando.
Mercy se casó con Peter Aguilera en 1960 y la pareja regresó a Iowa cuando Peter consiguió un empleo en la fábrica de maquinaria agrícola International Harvester. Pero Mercy encontró que sus propias opciones de empleo eran mucho más limitadas en las Quad Cities de lo que habían sido en Chicago. A pesar de sus años de experiencia, muchas fábricas rechazaron su solicitud. Cuando pidió trabajo en la fábrica de tractores Farmall International Harvester, rechazaron su solicitud con el argumento de que, según ellos, las mujeres mexicanas eran demasiado bajas para trabajar en la línea de ensamble.
El hombre de la recepción [de la fábrica] no pensaba que me pudieran contratar porque era demasiado bajita. Yo dije: “Está bien. Gracias por su tiempo. Nos vemos mañana”. Y él me dijo: “Oh, no creo que el señor King [el encargado de contratar] esté aquí mañana, él está muy ocupado”. Entonces dije: “Pues le dejaré que haga sus cosas en la oficina, pero yo estaré aquí. Lo esperaré. Tengo toda la paciencia del mundo y nada que hacer en mi casa ahora, así que vendré”. Llegaba a eso de las 9 de la mañana, desayunaba y me sentaba ahí hasta eso de las 11 y, luego, almorzaba y volvía [a esperar]. Estuve ahí por una semana y él me dijo: “¿Por qué no lo intenta la semana que viene?” Y yo contesté: “No, estaré aquí mañana. A la misma hora, en el mismo lugar”.
La perseverancia de Mercy Aguilera valió la pena, ya que se convirtió en una de las primeras Latinas que trabajaron en la fábrica de Farmall.
Translated by students of the course Translation Workshop: English to Spanish taught by Pilar Marcé (Fall 2018).