López, Antonia & Federico
Antonia Lopez (1897-1963) & Federico Lopez (1888-197_)
Written by Catherine Babikian
Antonia Lopez was born in Guanajuato, Mexico in 1897. Her father belonged to a wealthy Mexican family, but they disowned him when he married one of the household maids. With no money or family, Antonia’s parents had to make their own way.
Antonia’s husband, Federico Lopez, was also born in Guanajuato. Federico left for America at age eighteen, hoping that better opportunities could be found al norte. In 1905, he walked to the U.S./Mexico border and quickly found work on the railroad in Arizona. On a return trip to Mexico, he met and married Antonia.
By this time the Mexican revolution was raging, and Federico returned to the U.S. to search for a place for the couple to live. Antonia stayed with his parents until he returned. In that time, she gave birth to a son, who died shortly after. In an oral history interview for the Mujeres Latinas project, one of her sons, Salvador, recounted the struggles that Antonia faced that year, including the death of her infant son and the difficult relationship with Federico’s parents.
Antonia and Federico settled in Fairport, Iowa, a community on the banks of the Mississippi River, and started a family. Federico worked as a traquero, performing maintenance work on the railroad and laying lines of track. After he was laid off from his railroad job during the Depression, the Lopez family moved to Cook’s Point in 1934. There, Federico, Antonia, and their eight surviving children lived in a houseboat.
It was a little – a houseboat that had been docked to the shore and cribbed up with railroad ties. And that was it. …And then we had an outhouse that was built alongside the boathouse…maybe a hundred and fifty feet away and it was built on stilts so the water wouldn’t wash it away… I can remember the inside of [the houseboat] was made out of tin, tin inside – instead of plaster it was tin. And on the cold days I can remember looking up and seeing the tin and it was all full of frost up there. It was just like the inside of an icebox. And that’s when it would get down to below zero. (Salvador Lopez)
Antonia managed the household in the difficult conditions of Cook’s Point. On cold winter mornings, she rose early to chop wood for the stove. In the summer, she built bonfires to keep away the ever-present mosquitoes. She found time to take language classes to improve her English, and made sure the children attended church each day.
She was always a real religious person…even after we moved here [to their current home in Davenport] she would go over to the Sacred Heart cathedral, which was only about three blocks up the hill. Every week she’d give three dollars in her envelope. And we’d always tell her, “Ma, you ain’t got enough to give three dollars.” “Oh,” she says, “I’ve gotta give three dollars.” And she’d do that every day, you know, every year. That’s what she wanted. (Salvador Lopez)
Although Antonia and Federico made frequent visits to Mexico, they stayed in Iowa for the rest of their lives; Federico became a U.S. citizen in 1947. Their son, Salvador, became a founding member of LULAC (League of United Latin American Citizens) Council 10 in Davenport.
(Oral history interview with Antonia and Federico Lopez's son, Salvador Lopez, conducted by Janet Weaver for the Mujeres Latinas Project, May 21, 2007)
Antonia López (1897-1963) & Federico López (1888-197_)
Escrita por Catherine Babikian
Antonia López nació en Guanajuato, México en 1897. Su padre pertenecía a una rica familia mexicana, pero ellos lo repudiaron cuando se casó con una criada de la casa. Sin dinero ni familia, los padres de Antonia tuvieron que labrarse su propio destino.
El esposo de Antonia, Federico López , también nació en Guanajuato. Federico salió para Estados Unidos cuando tenía dieciocho años, con la esperanza de poder encontrar mejores oportunidades en el Norte. En 1905, caminó hasta la frontera entre los Estados Unidos y México, y rápidamente encontró trabajo con el ferrocarril en Arizona. En un viaje de regreso a México, conoció a Antonia y se casó con ella.
En ese momento, la revolución mexicana se estaba propagando, y Federico regresó a los Estados Unidos para buscar un lugar donde la pareja pudiera vivir. Antonia se quedó con los padres de él hasta su regreso. Durante ese tiempo, ella dio a luz a un hijo, quien falleció poco después. En una entrevista de historia oral para el proyecto de las Mujeres Latinas, uno de sus hijos, Salvador, relató las dificultades que Antonia enfrentó ese año, incluyendo la muerte de su bebé y la difícil relación con los padres de Federico.
Antonia y Federico se instalaron en Fairport, Iowa, una comunidad a las orillas del río Mississippi, donde formaron una familia. Federico trabajaba como “traquero,” haciendo trabajos de mantenimiento en el ferrocarril y poniendo vías férreas. Después de ser despedido de este trabajo durante la Gran Depresión, la familia López se mudó a Cook’s Point en 1934. Allí, Federico, Antonia, y sus ochos hijos supervivientes vivieron en una casa flotante.
Era pequeña- una casa flotante que había sido atracada a la orilla y varada con traviesas de las vías. Y eso era todo… Y luego tenías un retrete exterior que habían construido junto a la casa flotante...a unos ciento cincuenta pies [45 m.] de distancia y estaba construido sobre pilotes para que el agua no se lo llevara… Puedo recordar que el interior [de la casa flotante] estaba hecho de hojalata, hojalata dentro- en lugar de yeso era hojalata. Y en los días fríos, puedo recordar mirar hacia arriba y ver la hojalata y estaba llena de escarcha allá arriba. Era como el interior de un refrigerador. Y entonces era cuando [la temperatura] caía bajo cero. (Salvador López )
Antonia se encargaba del hogar en las condiciones difíciles de Cook’s Point. En las mañanas frías del invierno, se despertaba temprano para cortar leña para la estufa. En verano, encendía hogueras para mantener alejados a los omnipresentes mosquitos. Encontraba tiempo para tomar clases para mejorar su inglés, y se aseguraba de que los niños asistieran a la iglesia cada día.
Siempre fue una persona muy religiosa...incluso después de que nos mudáramos aquí [a su hogar actual en Davenport] iba a la catedral del Sacred Heart, que estaba a solo tres cuadras subiendo la colina. Cada semana daba tres dólares en su sobre, y siempre le decíamos, “Ma, no tienes suficiente para dar tres dólares.” “Oh”, decía ella, “tengo que dar tres dólares.” Y ella lo hacía cada día, sabes, cada año. Eso es lo que ella quería. (Salvador López )
Aunque Antonia y Federico visitaban México con frecuencia, se quedaron en Iowa el resto de su vida; Federico se convirtió en ciudadano estadounidense en 1947. Su hijo, Salvador, fue miembro fundador del Consejo 10 de la Liga de los Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC, por sus siglas en inglés) de Davenport.
(Entrevista de historia oral con Salvador López, hijo de Antonia y Federico López, realizada por Janet Weaver para el Proyecto de Mujeres Latinas, 21 de mayo de 2007)
Translated by UI student Jocelyn Riesberg for Independent Study taught by Pilar Marcé (Fall 2020).